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Un periodismo libre y crítico es la clave de nuestra supervivencia, sin él la democracia está amenazada. Así lo ha manifestado la presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE)Elsa González, quien ha recordado, ahora que se cumplen 40 años de las primeras elecciones democráticas,  el destacado papel de los medios de comunicación en el nacimiento y afianzamiento de la democracia española. «Los periódicos fueron por delante de lo que iba a suceder. La prensa comenzó a preparar el cambio político antes de la muerte de Franco», ha dicho.

González, que ha participado en el curso del verano del Escorial «La calidad democrática en España: Comunicación, ciudadanía y consenso», ha señalado que, durante los primeros momentos de la democracia, los medios participaron activamente en el respaldo y la difusión del acuerdo entre las principales fuerzas políticas, un hecho que proporcionó estabilidad. No obstante, el proceso de la transición no fue fácil y en los primeros años los periódicos sufrieron el acoso de las autoridades con más de 60 secuestros entre 1976 y 1980.

Las presidenta de la FAPE ha destacado también el papel que ejercieron los medios durante la noche del 23 de febrero de 1981, cuando la televisión, la radio y la prensa impresa contribuyeron enormemente al fracaso del golpe de Estado, o  durante el terrorismo de ETA, cuando «muchos periodistas trabajaron bajo la amenaza de los paquetes bomba e informaron bajo la presión de las pistolas, como ocurre ahora en México».

En la actualidad, Elsa González cree que, «en los últimos años, los periodistas nos hemos enfrentado, seguramente, a la mayor crisis de la historia del Periodismo». La precarización se ha instalado en las redacciones y no se ha definido un modelo claro de negocio mientras que el tradicional, centrado casi exclusivamente en los ingresos publicitarios, se ha vuelto obsoleto. Faltan editores adaptados al siglo XXI, a la nueva Sociedad de la Información, y sobran gestores que no diferencian la industria periodística de otra empresa cualquiera. Por todo ello, «los medios privados poseen una gran dependencia financiera y de las subvenciones, al margen de su línea editorial, y los públicos sufren una enorme contaminación política«.